foto por Aleksandra Mazur, Unsplash
Ella caminaba sin prisas, con la música inundando su mente y sus ojos examinando la pantalla del móvil.
Ella caminaba sin prisas, con la música inundando su mente y sus ojos examinando la pantalla del móvil.
A él los pantalones le quedaban como un guante y cargaba con esa actitud relajada que acostumbraba a llevar a todas partes.
Ella levantó la vista, solo un segundo. Y sus miradas se encontraron. La de él verde mar, la de ella castaño claro. Él le sonrió, y esa sonrisa quedó grabada a fuego en la memoria de ella. Continuaron su camino, y ambos volvieron la cabeza en el mismo instante, para bajarla avergonzados cuando se descubrieron observándose mutuamente.
Tan solo veinticuatro horas más tarde, él se sentaba en un banco de la avenida deseando que ella se dejara llevar por la rutina, y ella tomaba el camino del día anterior con los ojos bien abiertos y el móvil en el bolsillo.
Esta vez no bajaron la mirada cuando sus ojos se encontraron, sino que ambos sonrieron y suspiraron aliviados.
- Emma - se presentó ella.
- Ethan - respondió él.
Todos esto habría sucedido si sus miradas se hubieran encontrado.
Lástima que ella no levantara la vista del móvil.
Cuanto mas lo leo mas me gusta. Una mencion especial a tu padre por el titulo que queda tan bien como los pantalones de Ethan.
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